jueves, 21 de agosto de 2008

...a mi máquina expendedora




Dejó de funcionar. Se estropeó.

Pronto se quedó vacía. Su fondo oscuro, negro y cada vez más sucio, me daba miedo.
No lo entendía.
¿Por qué cambió tanto?
Antes brillaba, estaba llena de colores, sabores, sorpresas...
¿y luego? luego solo quedó eso.
Una máquina de hacer daño.
De crear mentiras; expendedora de serpientes, sapos y culebras.
Aunque a su vez en el fondo algo perdida, frágil... pero cada vez más fría.
Muy muy fría.
Rompieron su cristal los mismos que antaño buscaban algo dentro.
Y un cristal roto no muestra todo.
A veces no hay reflejo solo hueco y otras veces lo que refleja está incompleto.
Al final solo quedan las mentiras.
Triunfantes y valientes calumnias por la espalda o miedosos besitos en las mejillas.
En fin.
Dejó de funcionar... aunque espero que recupere su brillo. Que reluzca.
Pero lo espero desde lejos. Sin rencor y a cierta distancia.
Sin su sombra bajo el cielo azul.
Y preguntándome si sólo dejó de funcionar porque dejé de meterle monedas.

3 comentarios:

Diego dijo...

Amén, cojones, amén!

MOA dijo...

GRACIAS DIEGO, cuando mi madre te quiere pa mí es por algo... De pogüer of Mama Carmen!
(te imachinat con trajesico de saserdote disiendoloooo "amen cojoneh amen! y ma dao repelús. Desde que vas a reuniones laborales probenedicto jejeje "la iglesia es guay")

Diego dijo...

dioooooooooos es amoooooooooooooor uuuuuuuuuh