viernes, 10 de julio de 2009

Tiempo [+]


Hay algo que me fascina de las ciudades cuando se quedan vacías porque sus habitantes se han marchado de vacaciones. Tienen algo mágico, tienen silencio y sobre todo tienen tiempo.
Siento como que éste se computa de distinto modo: sin prisas, con más tranquilidad para pasear, para fijarte en los edificios o en los verdes tan distintos de los tan dispares árboles... Hay espacio para pensar, reflexionar; paladear esos detalles absurdos que te hacen vivir tu ciudad con ojos de turista. Sin ningún tipo de estrés, sin ir corriendo, sin que nadie te empuje en el metro...

Recuerdo que de pequeña me tumbaba en el campo y me quedaba horas mirando como trabajaban las hormigas, como se deslizaba un caracol sobre mi piel, como se relamía el gato del vecino, como pintaban con cal sus paredes las señoras más mayores del pueblo... Había espacio/tiempo para todo, parecía que no pasaba nada y estaba pasando todo, pero a veces no tenemos la vista educada para verlo. Y es que lo que estaba pasando no eran grandes cosas, sino las pequeñas, las importantes... y sobre todo lo que pasaba sin darnos cuenta era la vida. Hoy esas paredes nadie las pinta y la humedad ha hecho que la cal caiga al suelo, pero siguen ahí con un aire, diría yo, más que solemne. Las hormigas, el caracol, el gato del vecino o las señoras mayores... ya no. Todos se fueron.

Y yo estoy aquí, caminando por las calles de esta ciudad desierta. Estudiando los edificios que llevan cientos de años contemplando cómo corremos de un lado para otro, de la misma forma que yo contemplaba las hormigas ¡y hasta me hace gracia pensarlo! Toco el tronco de un árbol y me impregno de la textura de su corteza, sabiendo que seguirá allí cuando yo ya me haya ido y pensando en las manos que antes de mí lo han tocado y en las que después de mí lo harán. De nuevo vuelvo a sentirme pequeña ante tanta belleza, llegando a pensar que lo importante no es perder el tiempo, es más... a veces es la mejor forma de emplearlo. Lo primordial, lo esencial es no obsesionarse con su paso y descubrir cómo saborear cada minuto, cómo sacarle el jugo a este tiempo, único e irrepetible, que llamamos vida.

Y tú estás allí. Tú y tu tiempo. Y el dueño y señor de tu tiempo sigues siendo tú ¡y no necesitas que nadie te regale 3 meses! Y paso a paso con tus decisiones irás inventando tu mundo: lo construirás, lo destruirás, lo abandonarás para regresar más tarde, te dejará de gustar, lo reinventarás o al final optarás por dejarlo atrás con un punto y final. Tú mandas. En esta historia tú serás quien quieras ser ¿y sabes qué es lo mejor? que yo haré lo mismo. Y nuestro reflejo en un cristal nos dirá que hubo una gran mentira pero muchas pequeñas verdades... ¡sólo es cuestión de ver cuáles son las que más pesan! Y nos vendrá a la memoria que hubo quien se destrozó los tobillos bailando y gritando "alea jacta est" al compás de BlocParty... para llegar a la conclusión de que trabajamos duro por conseguir llegar donde quiera que llegáramos. Y nadie: ni tú, ni yo, ni el vecino... nos podrá dar o quitar la razón. Eso es cuestión de tiempo. Y tal vez, con un poco de suerte, éste dejará lo que le resta atrás y se rodeará de lo que le suma y enriquece en el presente.

Así que... relájate y presta atención, porque justo aquí y ahora es cuando empieza tu historia.